Pablo Und Destruktion en La Subterranea@Tizón
Viernes 12 de mayo. Puertas 20:00 horas
Venta anticipada en Honky Tonk y Toma 3: 13€ / Taquilla: 15€
“Pablo und Destruktion es siempre imprevisible. Una bomba de intensidades que explota, grita, salta y nos deja sin aliento”. Elena Rosillo
Primero, para empezar, fue Pablo García Díaz. De vuelta de pasar por la rondalla de La Laboral de Gijón (su tierra) y el grupo de teatro universitario de la Facultad de Veterinaria de Lugo, en 2007 comenzó a tocar en bandas asturianas de la escena postpunk y autogestionaria, como Arroz y Silencio Oso; con esta última publicó los álbumes Cuadrilátero (2009), Os Quiero (2010) y Épica para principiantes (2011).
Ya en ese 2011 dio sus primeros conciertos como Pablo Und Destruktion, y desde entonces ha publicado cinco álbumes, labrando un hueco destacado como uno de los autores más interesantes del panorama musical nacional, siempre fuera de toda etiqueta. Es un trovador postmoderno, y tiene algo de héroe romántico. Es compositor, poeta, cantante y músico. Cronista y crítico. Tiene una voz inconfundible y un estilo bastardo que ha mezclado, con cuidado artesanal y en distintas cantidades según la etapa musical que transitase, ritmos folk, canción astur, punk, psicodelia, rock experimental y matices electrónicos. Se ha movido en la escena independiente con canciones y conciertos que son auténticas ceremonias, celebraciones. Actos de confesión y desobediencia. Bellezas fulminantes. Su estética y sus letras traen de fábrica humor absurdo e ironía, pero también son viscerales, poéticas, desafiantes, políticas. Están llenas de referencias y mensajes entre líneas.
Mezclan convicciones y fantasías, cuentan historias y buscan lo universal en lo personal. Cuestionan la idea de progreso, denuncian la mercantilización, la falsa sociedad del bienestar y buscan un nuevo rumbo tras la caída de los imperios globalizadores del siglo XX. Salen de lo maniqueo, de las moderneces, de los fuegos artificiales. Y reflexionan. Claro que, entre sus obsesiones está, como entre las que tenía la Santina de Covadonga, el amor, por encima de todas. Pero Pablo también le canta a la tradición, a las hazañas bélicas, a la épica, al engaño y a la realidad verdadera, la que está más allá de las falsas narrativas.
Pablo ha sonado, durante mucho tiempo, a rayos y centellas, a rabia y denuncia, a destrucción y construcción. En los últimos tiempos, ha bajado las revoluciones y ha pasado de un tono más discursivo y encendido a otro más simbólico: tras consagrarse con Sangre y Vigorexia emocional, llegó Predación, y después, un proceso de transformación, una revolución personal y artística de la que salió su trabajo más reciente: Futuros Valores, un disco minimalista y sin artificios que constituye una purificación, artística y espiritual, de toda la furia anterior, y cuya gestación el artista compatibilizó con su trabajo como profesor de música, al que le dedica un tema.
Y en febrero del 2022, el artista marco un nuevo comienzo con Ultramonte, su último álbum donde sintetiza su obra previa para escapar de la caída posmoderna con doce temas que reivindican el romanticismo como acto de rebeldía. Un trabajo sutil, metafórico y profundamente estético que revisa los mitos y los héroes, y repiensa el significado de la libertad y lo sagrado en la sociedad contemporánea.
El objetivo de Ultramonte es muy claro: ir más allá de las montañas, más allá de los lobos, más allá del pánico y de la seducción. Si con su quinto trabajo, Futuros valores (Humo, 2020), Pablo Und Destruktion realizó un trabajo de introspección, alejándose del rugido del mundanal ruido para entregarnos una obra más simbólica y minimalista, en su nuevo disco, Ultramonte, Pablo se despliega y muestra una forma de estar en el mundo sin ser del mundo, valiéndose del romanticismo como acto de rebeldía. Doce temas dan forma a este compendio de himnos para una nueva y alegre resistencia. Un trabajo catártico y agridulce que resignifica lo sagrado en la sociedad contemporánea y lo reviste de un acercamiento heterodoxo a la música tradicional y al pop barroco. Acompañado de una orquesta de gaitas y sintetizadores, Ultramonte, por momentos hermoso y tenebroso, lleva la libertad artística y personal a sus propios límites y desentraña el mecanismo que construye los miedos y los deseos que la delimitan. Pablo Und Destruktion, que desecha en sus letras lo inmediato para buscar lo transformador, lo profundo y lo subversivo, recupera el héroe campbelliano y la fantasía de matar al dragón, ver el castillo, subir a la torre y fundirse con el objeto de deseo, asumiendo el espíritu del hereje como única forma de no perder el decoro en el mundo que nos ha tocado. Una vez más, el artista describe la hipocresía de la Sociedad del Espectáculo, tratando de encontrar las últimas hazañas de un mundo descreído, los últimos exaltados que no abjurarán de su fe, las ramas de laurel que crecerán sobre las cenizas del mundo moderno.
Ultramonte se grabó en casa de Pablo Und Destruktion, en los Picos de Europa. En la banda, una docena de músicos entre los que se encuentran Gilbertástico, Pablo González (Pibli), Dolfo Montes o Andrés Rodriguez, todos ellos referentes del folk underground y la música de trinchera.